2025-04-28

Elliot Velázquez

“No hay forma de que recuperes tu dinero”

Eso fue lo que le dijeron a Mario. No su esposa. No sus amigos.

Se lo dijo el “abogado” al que acudió primero.

Ese que tiene su despacho en una oficina de lujo pero que cobra por adelantado y te deja en visto cuando preguntas cómo va tu caso.

El fraude fue simple. Un negocio que parecía confiable, con oficinas bien montadas, contratos bien hechos y promesas demasiado buenas para ser mentira.

Pero lo eran.

Mario invirtió $1,200,000 pesos en un “negocio seguro” con un rendimiento del 30% en seis meses. Todo respaldado con documentos, abogados y una fachada impecable.

A los cuatro meses, los pagos dejaron de llegar.

A los cinco, la empresa cerró.

A los seis, el socio principal desapareció.

Y entonces, Mario fue con ese abogado que, con cara de sabérselas todas, le dijo:

— No hay nada que hacer. Ese dinero ya lo perdiste.

Pero Mario no se rindió.

Nos encontró, vino a nuestro despacho y nos contó su historia.

— Te voy a ser honesto —le dijimos—. No es fácil. Pero estos tipos no son tan listos como creen.

Y no lo eran.

Rastreamos a los involucrados. Encontramos sus otros negocios. Sus cuentas. Su historial de fraudes.

Los presionamos donde más les dolía: legalmente, pero con inteligencia.

Denunciamos con pruebas sólidas. Movimos las piezas correctas.

Y cuando les hicimos ver que la cárcel era una posibilidad real…

Milagrosamente apareció el dinero.

No todo, claro. Siempre hay algo que se pierde.

Pero Mario recuperó el 80% de su inversión.

¿La lección?

  1. Si alguien te dice “no se puede”, pregúntate si es verdad… o si simplemente no sabe cómo hacerlo.
  2. Cuando el fraude parece perfecto, es porque aún no ha llegado el abogado adecuado.

Si has pasado por algo parecido, háblanos.

No prometemos milagros.

Prometemos estrategia.

Y eso, créenos, hace toda la diferencia.